lunes, 22 de mayo de 2017

4 Retos que enfrentarás si eres el miembro con menos experiencia del equipo

Foto: Thomas Peter
Acabas de empezar un nuevo trabajo y sientes gran motivación y emoción. Sólo hay una ‘pega’: Eres, claramente, la persona con menos experiencia de tu equipo de trabajo. Quizá se trata de que es tu primer trabajo, que eres el más joven del equipo, que has tomado un nuevo rumbo profesional cambiando entre profesiones, o quizá has obtenido este nuevo puesto en un departamento distinto al que estabas por promoción interna.

Cualquiera que sea el escenario, puede que te encuentres en la situación en la que tienes la sensación que, a diferencia de ti, todos a tu alrededor parecen conocer su trabajo como la palma de su mano, haciendo que te sientas como que te quedas atrás. Esta, desde luego, no es una sensación cómoda o agradable, sin embargo, la realidad es que enfrentarás retos específicos relacionados con ser la persona del equipo con menor experiencia. Ser consciente y sensible ante esto, puede ayudar a prepararte para enfrentar los retos y problemas más comunes que esta situación envuelve.

Es por ello que te apuntamos los 4 retos más comunes que enfrenta el trabajador más joven o con menos experiencia del equipo, así como sus posibles soluciones.

Reto 1: Superar el “síndrome del impostor”

Cuando te das cuenta que tus compañeros de trabajo tienen mucha más experiencia que tú, quizá tu primer pensamiento sea “Vaya, ¡quizá han cometido un gran error contratándome!”. Sin embargo, a menos que no hayas sido completamente honesto en tu currículo, tu nuevo empleador sabe que eres novato en este tipo de trabajo y, aun así, ha decidido contar contigo para el puesto.

Esto significa que han visto el gran potencial que tienes, y que creen que puedes conseguir hacer un buen trabajo. (Es un hecho: No van a jugárselas contratando a alguien que piensan que fallará al hacer su trabajo).

Solución

El primer paso es que te des algo de mérito y empieces a creer también en ti. Has sido seleccionado porque te has “lanzado al ruedo” y, seguramente, has puesto mucho esfuerzo para conseguir ese nuevo reto laboral. Así que, reconecta con esa parte más ambiciosa de ti mismo, esa que pensó que podías aplicar para este puesto de trabajo y conseguirlo. ¿Qué piensas que te hacía el mejor cualificado y, por tanto, la mejor elección para ese puesto? ¡Apóyate en esos rasgos para empezar!

Segundo, si detectas algo que te hace sentir particularmente nervioso o inseguro, explora cómo puedes reforzar esas habilidades. Toma un curso o conecta con algún nuevo colega o una red de networking y explora cómo puedes desarrollar las habilidades que sientes que careces.

Reto 2: Pensar que lo sabes todo

Algunas personas caen en el otro lado del espectro, pensando y actuando como que “lo saben todo”. Este desafío puede ser una amenaza mayor para ‘descarrilar’ en tu nuevo puesto de trabajo, ya que es mucho más difícil de “auto-diagnosticar”, es decir, de que lo detectemos en nosotros mismos. Quizá, aunque sabes que eres el miembro menos experimentado, piensas “¡Esto está chupao, ya lo tengo!” y a partir de ello, mostrar poco o ningún interés en escuchar a otros, aprender de sus experiencias o pedir ayuda.

Como imaginarás, esto puede afectarte de muchas maneras.

Primero, no sacas partido o te beneficias de la sabiduría o conocimiento institucional. Por ejemplo, quizá tienes una idea brillante, y precisamente por ello alguien más la ha ‘lanzado’ hace algunos meses atrás, y tú desconoces el hecho y ves cómo se desecha tu propuesta con un motivo imprevisto. Ten en cuenta que no serás capaz de aprender de esto si no tienes en cuenta el feedback del resto del equipo.

Segundo, esta actitud dificultará que hagas aliados. A menudo, se paga un precio por ser “nuevo” en algo. Aunque no se trate del trabajo más estimulante, partir desde el lugar de “sé mucho, pero me queda mucho más por aprender” puede hacer una gran diferencia en la manera en la que te perciben tus colegas, ganando respeto y reflejando tus habilidades para trabajar en equipo.

Solución

Intenta por todos los medios sentirte seguro de ti mismo y compartir tus ideas, sin embargo, no confundas esto con actuar como que eres “la persona más lista del lugar”.

Una de las mejores cosas que puedes hacer es trabajar tus habilidades de escucha. Por ejemplo, durante una sesión de brainstorming, o lluvia de ideas, no te enfoques en ser el primero que expone su opinión. En su lugar, intenta escuchar qué tienen que decir tus colegas acerca del tema, y evalúa si puedes apoyar, construir o aprender más sobre las ideas expuestas por ellos.

Además de esto, no temas en pedir ayuda y feedback, esto siempre será más beneficioso que intentar hacer las cosas de forma aislada y por tu cuenta, sobre todo si estás repleto de dudas acerca de lo que llevas a cabo. Admitir que no tienes todas las respuestas, no solo te hace más accesible ante otros, sino que además aumenta la probabilidad de que tus colegas confíen en ti cuando afirmas saber acerca de lo que estás hablando o proponiendo.

Reto 3: Cuando te asignan todas las tareas de bajo nivel o importancia

Ten en cuenta que algo de “trabajo básico” es parte del camino. Aunque en principio pueda afectar tu sentimiento de valía, o quizá tu ego, este tipo de tareas pueden ser de gran utilidad, ya que te proporcionan las bases para entender las tareas de alto nivel que te serán asignadas en un futuro cercano.

De cualquier forma, es natural que no quieras sentir que “se aprovechan” de ti, y muchas personas pueden tender a derivar tareas insignificantes, irrelevantes o tediosas en los colegas con menos experiencia. El conflicto que puede surgirte internamente puede residir en que, aunque quieres proyectar la motivación que sientes hacia tu trabajo, y ser percibido como alguien con buena actitud y disposición, por otro lado, no quieres que este tipo de tareas sean las únicas que lleves a cabo y terminen alejándote de tu verdadero perfil y puesto de trabajo.

Solución

La mejor manera de gestionar este reto es valerte de una comunicación abierta y asertiva. Habla con tu responsable o líder de equipo acerca de la realidad de equilibrar este tipo de tareas tediosas con tus otras labores. Pídele ayuda para establecer un orden de prioridades en tus tareas y objetivos, y explora si puede compartir contigo cómo este tipo de obligaciones añaden valor al equipo y a tu futuro trabajo y desempeño.

Si tienes colegas que continúan pidiéndote que realices un tipo de trabajo en particular, mira si puedes usar esta clase de asignaciones como un punto de partida para una labor más retadora y comprometedora. Puedes decir algo como “Estoy contento con ayudar con “X”, sin embargo, también estoy dispuesto a realizar “Y” y me encantaría poder hacer una contribución mayor para el proyecto…”.

Reto 4: Necesitas más tiempo

Frases como “ponte al día” o “coge el ritmo” se relacionan con el tiempo por una razón. Como sabrás, serás más eficiente en una tarea la décima vez que la realizas, y aún más con cada repetición y la práctica.

Sin embargo, tus compañeros pueden olvidar que la base de datos, tareas y muchos procedimientos no son intuitivos, o que, antes que todo, la agilidad y los “atajos” están sujetos a la memoria, por lo que tendrás que practicar una y otra vez y cruzar referencias de información de manera continua. Si no se te facilita suficiente tiempo, te encontrarás pronto en un estado de permanente lucha o tensión.

Solución

Este reto tiene una salida relativamente fácil, ya que no hay razón para sentir vergüenza por ser nuevo o querer que las cosas se hagan de forma correcta. Por ello, a menudo todo lo que necesitas es hacerles un pequeño recordatorio, como por ejemplo decir “Soy nuevo en [cualquiera que sea la tarea que estás haciendo]. ¿Tenéis alguna sugerencia en cuanto a cómo podría hacerla de manera más rápida?”.

Luego, pregunta si, mientras que consigues dominar la tarea, podrías tener un poco de tiempo extra para terminarla, subrayando que quieres hacerlo de forma correcta. Esto también proporciona una oportunidad a tus colegas para aclararte si el tiempo en la realización de dicha tarea es un factor importante, o si más bien prefieren que esté terminada a que esté perfecta.

Estos 4 retos y las soluciones propuestas pueden proporcionarte un buen punto de partida para ir haciéndote a tu nuevo puesto. Recuerda, has saltado al siguiente nivel y puede que ahora te sientas un poco fuera de lugar. Es una sensación frecuente y natural en los comienzos, sin embargo, más pronto de lo que crees, ganarás experiencia y agilidad… Y alguien nuevo será contratado y ¡acudirá a ti para aclarar dudas y pedirte claves y consejos!


Artículo original de Sara McCord en Forbes “4 ChallengesYou’ll Face As The Least-Experienced Member of The Team”- Traducción y adaptación de Kreadis.

miércoles, 10 de mayo de 2017

Del éxito a la maestría: Aceptar el “casi” lograrlo

El desarrollo y la autorrealización personal y profesional, están colmados de la idea de “éxito”. Esta implica conseguir una meta establecida, un hito o reconocimiento que dota de sentido el esfuerzo realizado en la consecución de dicha meta. Sin embargo, muchos sentimos con frecuencia que nos quedamos a unos pocos pasos de conseguir ese ideal de éxito, considerando dichos resultados como un “fracaso”.

El esfuerzo por construirnos a nosotros mismos y conseguir paulatinamente objetivos, requiere que nos planteemos un objetivo inicial. Como muestra la metáfora del arquero, apuntamos a un blanco bien señalado -un objetivo- que guía nuestras acciones. Como le ocurre al arquero, en numerosas ocasiones erramos el tiro o sólo conseguimos acercarnos al blanco.

La historiadora del arte, Sarah Lewis, ofrece una reflexión en TedTalks acerca de la función de este “casi lograrlo”. Teniendo en mente la metáfora del arquero, en la que, “para acertar en el blanco, se ha de apuntar a un objetivo ligeramente desviado de él”, reflexiona acerca de la utilidad de esas ocasiones en las que se “ha fallado el tiro”; así como el valor de ello en el desarrollo personal como algo que nos hace avanzar más allá del éxito hacia la maestría, hacia el verdadero dominio y experiencia o pericia.

Compartimos aquí sus reflexiones:

Me siento muy afortunada de que mi primer trabajo haya sido en el Museo de Arte Moderno, en una retrospectiva de la pintora Elizabeth Murray. Aprendí mucho de ella. El curador de arte Robert Storr seleccionó todas las pinturas que Murray realizó a lo largo de su vida. Me encantaba ver las obras de los 70s… Había algunos motivos y elementos de éstas, que resurgían más tarde en su obra. Recuerdo que le pregunté qué pensaba acerca de sus primeras obras; si no se supiera que eran de ella, tal vez habría sido imposible imaginarlo. Me dijo que algunas no alcanzaban su marca personal en cuanto a lo que ella quería que fueran. De hecho, una de las obras que tampoco consideró que respondía a su marca personal, la desechó en los contenedores de basura de su estudio y fue recogida por una vecina que vio en aquel momento su valor.
En aquel momento cambió mi opinión acerca del éxito y la creatividad. Me di cuenta de que el éxito es un momento, pero lo que siempre admiramos realmente es la creatividad y la maestría. Pero el tema es ¿qué nos lleva a convertir el éxito en maestría? Esta es una pregunta que me he hecho durante mucho tiempo. Creo que llega cuando comenzamos a valorar el regalo de “casi lograrlo”.

Esto es algo que empecé a entender cuando fui, en un frío día de mayo, a ver un torneo universitario de tiro al arco. Quería ver lo que se llama la ‘paradoja del arquero’, la idea de que para acertar en el blanco, se debe apuntar a algo ligeramente desviado de él. Vi cómo el entrenador acompañaba a las chicas que estaban en una especie de ‘relajación concentrada’. Todas pasaban y me sonreían, pero me evaluaban en su camino al campo y hablaban entre ellas, no con palabras, sino con números, ángulos y posiciones acerca de cómo planeaban acertar la diana. Me situé detrás de una de las arqueras, mientras que su entrenador se ubicaba entre nosotras para evaluar quién podría necesitar ayuda. La observaba y no entendía cómo siquiera podría ser posible acertar en el blanco, en el círculo de los 10 puntos. Este estaba a una distancia estándar de 70 metros y se veía tan pequeño como la cabeza de una cerilla sostenida con el brazo extendido en las puntas de los dedos. Y esto mientras se sostiene un arco de 20 kilos en cada tiro. Recuerdo que primero acertó 7 puntos, después 9, después 10… y la siguiente flecha ni siquiera dio en el objetivo. Vi que eso le proporcionó más tenacidad y siguió una y otra vez, durante tres horas. Al final de la práctica, una de las arqueras estaba tan exhausta que se acostó en el césped con los brazos extendidos, mirando hacia el cielo.

Puede resultar muy poco común un nivel de vocación que lleve a alguien a perseverar con ese nivel de exactitud, alineando la postura corporal durante tres horas para conseguir dar en el blanco, persiguiendo una excelencia en la oscuridad. Me quedé allí porque me di cuenta de que estaba viendo algo excepcional, la diferencia entre el éxito y la maestría.
El éxito es acertar los 10 puntos, pero la maestría es saber que eso no importa si no lo puedes replicar y volver a hacer una y otra vez. La maestría no es lo mismo que la excelencia. No es lo mismo que el éxito, que entiendo como un evento, un momento en el tiempo, una etiqueta que el mundo te otorga. La maestría no es lograr un objetivo si no la búsqueda constante en sí. Lo que nos hace hacer esto, lo que nos lleva adelante es valorar el casi lograrlo. 
¿Cuántas veces no catalogamos algo como un clásico, incluso como una obra maestra, mientras que su creador la considera irremediablemente inacabada, plagada de dificultades y errores, en otras palabras, algo que casi ha logrado? Elizabeth Murray me sorprendió con sus revelaciones sobre sus obras tempranas. Paul Cézanne generalmente pensaba que sus obras estaban incompletas por lo que deliberadamente las apartaba con la intención de continuarlas después, y al final de su vida resultó que solo había firmado el 10% de sus pinturas. Mientras que otros veían obras dignas de alabanza en los textos de Franz Kafka, este veía incompletitud, tanto así que quiso que todos sus diarios manuscritos, cartas e incluso borradores se quemaran después de su muerte. Sus amigos se negaron a cumplir su voluntad y gracias a ello tenemos todas las obras que atribuimos a Kafka.  
La búsqueda de la maestría, en otras palabras, es un constante “casi conseguirlo” que nos impulsa hacia adelante. “Señor, concédeme el desear más de lo que puedo lograr”, rogaba Miguel Ángel a ese Dios de la Capilla Sixtina, como si él mismo fuera ese Adán retratado con su dedo extendido y “casi” tocando la mano de Dios.
La maestría es el buscar, no el llegar. Es la búsqueda constante de cerrar la brecha entre lo que se es y lo que se quiere ser. La maestría es sacrificarse por nuestro propio oficio y vocación, y no por hacer una carrera. ¿Cuántos inventores y emprendedores anónimos viven esto? Vemos esto incluso en la vida del explorador del ártico Ben Saunders, quien me dijo que su triunfo no es simplemente el resultado de un gran logro, sino el resultado de una cadena de “casi-victorias”, de “casi lograrlo”.
Progresamos cuando superamos nuestros límites. Es una sabiduría que entendió Duke Ellington cuando dijo que la canción favorita de su repertorio era siempre la siguiente, siempre la que aún no había compuesto. Parte de la razón de que el “casi lograrlo” construya la maestría, es porque mientras mayor sea nuestra competencia y capacidad, más claramente podemos ver que no sabemos todo lo que creíamos saber.
El éxito nos motiva, pero el casi lograrlo, nos catapulta a una búsqueda constante. Uno de los ejemplos más vívidos de esto, es cuando vemos la diferencia entre los medallistas olímpicos de plata y los de bronce después de la competencia. Thomas Gilovich y su equipo de la universidad de Cornell, estudiaron esta diferencia y encontraron que la frustración que sufren los ganadores de medalla de plata comparada con la de los de bronce, que están un poco más felices por haber conseguido entrar en el cuadro olímpico y no quedarse sin conseguir una medalla, les da a los ganadores de la plata un objetivo para mejorar en la competición. Vemos esto incluso en la industria de las apuestas en el que aplicamos este fenómeno del “casi lograrlo”, creando billetes de rascar, los cuales tienen un promedio más alto de “casi ganadores”, lo que anima a comprar más billetes de lotería conocidos como ‘gana-fáciles’. Este fenómeno fue explotado por la industria de apuestas en Inglaterra durante la década de los 70s. la razón del porqué “casi ganar” da esta propulsión, es porque cambia nuestra manera de ver las cosas y pone nuestras metas, a las que tendemos a poner a la distancia, más cerca de donde estamos. El “casi lograrlo” nos hace concentrarnos, en el momento actual, en lo que planeamos para alcanzar ‘la cima de la montaña’ a la que apuntamos. Jackie Joyner-Kersee, perdió el oro en heptatlón en 1984 por una diferencia de un tercio de segundo. Su esposo predijo que eso le daría la tenacidad para seguir compitiendo. En 1988, ganó el oro imponiendo una marca a la que ningún atleta se ha acercado desde entonces.
Progresamos no cuando ya hemos hecho todo, sino cuando aún hay algo por hacer. Sabemos que progresamos cuando estamos en nuestro propio límite. Los maestros no son expertos porque hayan llevado algo a su concepto o estado final. Son maestros porque llegan a la comprensión de que no existe un final como tal.

Mientras hablo, pienso en por qué el entrenador de las arqueras me dijo al final de la práctica, lejos de los oídos de las arqueras, que él y sus colegas sienten que nunca pueden dar lo suficiente por sus equipos, sienten que no hay suficientes técnicas de visualización ni entrenamientos de posturas con las que ayudarlas a superar ese “casi lograrlo”. No sonaba como una queja, sino como una sensible forma de admitir, hacerme saber y recordarme que se estaba entregando a un camino voraz e incompleto que siempre requiere más.
Nos construimos a partir de una idea inacabada, aun cuando esa idea refleje nuestro ‘yo’ anterior. Esta es la dinámica de la maestría. Acercarse a lo que pensábamos que queríamos, puede ayudarnos a obtener más de lo que jamás habríamos soñado que alcanzaríamos. Es lo que imagino que Elizabeth Murray pensaba cuando la vi sonreír al observar esas primeras obras en la galería. Aún si creamos utopías, creo que la incompletitud estaría presente. La completud es la meta, sin embargo espero que nunca sea el final.
Encontramos oportuna la reflexión que hace Lewis, ya que a menudo se presentan ocasiones en las que, partiendo de una meta establecida, los progresos -lejos de verse como tales- se perciben y experimentan como fracasos. Esto, contradictoriamente, puede minar nuestra motivación en en la búsqueda del éxito y la maestría. No quiere decir que obviemos las metas y objetivos que nos planteamos, sino más bien que podamos aceptar y poner en valor los "pequeños éxitos" que vamos consiguiendo, manteniendo nuestro deseo de alcanzar más y mejores resultados en nuestro camino profesional, dándonos pequeñas recompensas y alimentando nuestra motivación al logro de manera continua. 

Charla de Sarah Lewis- Embrace the near win para TedTalks. Traducción y Adaptación de Kreadis